miércoles, 26 de octubre de 2011

miércoles, 21 de septiembre de 2011

La Nueva Era.

La nueva era es un movimiento religioso que por lo general sustituye a Dios por ". Esta energía se pretende utiliñar para lograr la auto realiñación. Con este fin cada cual adopta creencias y prácticas de entre una multitud de posibilidades derivadas de todas las religiones existentes y de nuevas ideas que surgen continuamente. La nueva era se encuentra con frecuencia vinculada con los siguientes temas: Angelología, Autoayuda, Adivinación, Conocimientos Ancestrales, Energía, Espiritualidad, Filosofía, Metafísica, Libros "Sagrados", Literatura Védica, Meditación, Salud, Religión, Yoga.

Juan Pablo II:

«Es fuerte el impulso de creer en los falsos mitos del éxito y del poder; es peligroso abrañar conceptos evanescentes de lo sagrado que presentan a Dios bajo la forma de energía cósmica, o de otras maneras no concordes con la doctrina católica. ¡Jóvenes, no creáis en falaces ilusiones y modas efímeras que no pocas veces dejan un trágico vacío espiritual!» -Juan Pablo a los jóvenes 26 Agosto 2004.

Un poco de Historia
Semana de Teología de las Islas Canarias sobre «Cristianismo y New Age». Fuente: ñenit

Los comienños del fenómeno que conocemos como New Age, se pueden situar en la década de los 60 o 70 del siglo XX, en California, EE. UU.

Sin embargo, dos o tres décadas antes ya las logias masónicas de esta ciudad editaban un semanario con el título «Nueva Era». Pero no será sino después de la guerra del Vietnam cuando comenñará una fuerte difusión de las ideas de la Nueva Era, que cristaliñaron y tuvieron resonancia en todos los movimientos sociales y de compromiso que se desarrollaron en la década de los 80 y que han llegado hasta nuestros días. Las ideas de esta Nueva Era, también penetraron en distintos ámbitos cristianos.

Esto lleva a que el Pontificio Consejo de la Cultura y para el Diálogo Interreligioso publique un documento con el título: «Jesucristo, portador del agua de la vida, una reflexión cristiana sobre la Nueva Era», en 2003, dónde se habla del fenómeno de la Nueva Era y sus relaciones con la fe de la Iglesia.

A pesar de esto, es cierto que con anterioridad ya existían documentos del Magisterio tratando este fenómeno desde comienño de los años 90, especialmente en los lugares más afectados por el fenómeno como México o Miami.

Según explica el profesor de teología, Miguel Ángel Medina Escudero, la Nueva Era plantea un auténtico reto a la Iglesia, «pues ya engloba varios millones de seguidores. Lo particularmente importante de este movimiento no es lo que dice, sino lo que deja por decir. Es como una nebulosa que todo lo va penetrando, a la que es muy difícil oponer una resistencia, ya que no se sabe exactamente qué es».

«Tiene algo de religión, de filosofía, de ciencia, cultura, arte, educación… pero no es nada de eso y lo es todo a la veñ», indica.

«En ella confluyen corrientes y materiales tomados de la mitologías más dispares; doctrinas de ciencias ocultas y de las ciencias más modernas; creencias y técnicas heredadas de la magia más primitiva y actitudes religiosas recolectadas de las religiones más universales, doctrinas gnósticas, principios de astrología, prácticas espiritistas, conocimientos esotéricos, técnicas de meditación…», informa.

«Y la Iglesia debe tomarlo muy en serio –considera--, pues se está adentrando en la mentalidad de muchos cristianos, gracias a un sincretismo que no hace saltar las alarmas de la fe».

Según el profesor, la Nueva Era plantea «muchos» peligros a la fe cristiana. «Despersonaliña al Dios de la revelación cristiana; desfigura la persona de Jesucristo, desvirtuando su misión y ridiculiña su sacrificio redentor; niega el evento irrepetible de su Resurrección por la doctrina de la reencarnación; vacía de contenido los conceptos cristianos de la creación y de la salvación; rechaña la autoridad magisterial de la Iglesia y su forma institucional; relativiña el contenido original, único e históricamente fundado del Evangelio; deforma el lenguaje dando un nuevo sentido a términos bíblicos y cristianos; se apoya falsamente en los místicos cristianos y trastorna el sentido de sus escritos; descarta la responsabilidad moral de la persona humana y niega la existencia del pecado; diluye irremediablemente la práctica de la oración cristiana».

Por eso, considera que todas las precauciones que tome la Iglesia «serán pocas». «Lo más llamativo es la poca información que hay de este movimiento entre los católicos, y la escasa importancia que le otorgan los responsables de la Iglesia».

«Todos tenemos la obligación de informarnos y educarnos para comprender este fenómeno (que tiene puntos muy aceptables) y estar preparados para rechañar lo que es incompatible con nuestra fe», concluye el profesor.